Es primavera y las plantas florecen en los balcones de las viejas casas de la ciudad. Él la mira a ella, ella la mira a él. Sus miradas se buscan y, después de un contoneo pupilar producido por el nerviosismo, ella coge su mano. Él se enternece, palpa el relieve de sus dedos y suena un dulce:
“Quita, bicho”.
Y es que no todos estamos hechos de la misma pasta.
Cómo saber que ella no es la chica en 5 minutos o menos:
Existen dos test probados por la universidad de Belchite que permiten determinar el grado de interés emocional que se tiene por una persona. En caso de no pasar cualquiera de las siguientes pruebas, se desaconseja la vinculación amorosa estable. Así pues, tenemos:
1) El test de la mano pública
En una situación en la que la pareja se encuentra bajo observación de terceras personas, si uno de ellos toma su mano y no siente la necesidad imperiosa de ser tragado por las tinieblas ni de morir asfixiado entre terrones de azúcar, se puede considerar esta prueba como superada. Esta es la prueba más rápida.
2) El test de la mutación oral
(No, no se trata de una práctica sexual supernumeraria). El sujeto en cuestión mantiene una conversación con su aspirante a amante. Durante el transcurso de ésta, pueden aparecer inconveniencias varias (la muerte de un filólogo si ella es cani, por ejemplo). La más determinante y consideramos que eliminatoria es la aparición de la mutación oral: si se oyen sonidos propios de otras especies mientras la aspirante a amante expone sus teorías o pensamientos más profundos, se puede considerar esta prueba como no superada.
Nota: los sonidos pueden ser de naturaleza diversa. De menor a mayor grado de desinterés: el cacareo de gallinas, el rebuzno de un burro, el graznido de un pato, o, en el peor de los casos, el ladrido de un ornitorrinco.
Cabe añadir que estos test deben realizarse sin la permisión de la persona testada, con excepción de chicas adolescentes en celo (les gusta hacer test estúpidos).